13 de julio de 2014

Mexicalemanes vs Mexicargentinos

 El Bolígrafo Inquieto  /  @MunozOvalle

Una vez que la selección mexicana queda fuera del mundial, los mexicanos adoptamos a otras selecciones. Esto sucede mundial tras mundial, no sé si por necesidad, consolación o qué. Ayer una buena parte del país se volvió Alemana; otra, Argentina. Los ciudadanos se ataviaron de playeras y accesorios del país adoptado, y una vez que la final terminó, los mexicargentinos se deshicieron de la playera albiceleste y volvieron a ser mexicanos, volvieron a la realidad; mientras que los mexicalemanes aún siguen festejando, inmersos en una realidad inventada, creyendo que de verdad son campeones del mundo.

En fin, mañana es lunes y hay que trabajar. 

2 de julio de 2014

Hoy no hubo futbol. Mañana tampoco.

Por Jonathan Muñoz Ovalle

El mundial Brasil 2014 empieza a tener sus días inactivos (para desgracia de algunos y fortuna de otros), y tanto hoy como mañana no habrá ningún juego. Esa inactividad ha dejado a muchos con cierta aceleración, como cuando una fiesta se queda sin música, o sin alcohol, o sin ambas, y se debe buscar un plan B de forma emergente. Así que los futboleros empedernidos están con un plan de ¿y ahora qué hacemos? Yo podría darles algunas recomendaciones para serenarse y que la espera de los cuartos de final se haga menos pesada, por ejemplo, leer. Sí, ya me imagino que algunos me están viendo cara de árbitro para mandarme a la... a la... portería contraria. Pero leer no tiene nada de complicado, no entiendo por qué a muchos les disgusta o les da pereza, si en internet leen mucho más palabras de las que contiene un libro en promedio. ¿Lo habían pensado? Bueno, antes de las posibles reclamaciones, los invito a que le echen ojo a los siguientes libros (creo que les van a gustar), pues tienen como tema central el futbol.


Título: Balón dividido
Autor: Juan Villoro
Editorial: Planeta

Sin apartarse del principio conductor de Dios es redondo —«el futbol es la recuperación de la infancia»—, los retratos y las crónicas de Balón dividido abarcan a las figuras recientes del balompié actual —Piqué, Messi, Pep Guardiola, Cristiano Ronaldo, los hermanos Boateng— y, entre extraordinarias conexiones con la literatura, la historia y la psicología, como Juan Villoro nos ha acostumbrado, calienta el ambiente para los numerosos y encendidos debates que el futbol siempre concede, sobre todo en años mundialistas.



Título: La pena máxima
Autor: Santiago Roncagliolo
Editorial: Alfaguara

1978, lima. Todo Perú está pendiente de los partidos de la selección de futbol en el mundial de argentina, y Félix Chacaltana, un joven funcionario del palacio de justicia, investiga una enrevesada trama con niños robados que implica a las dictaduras latinoamericanas y a los insurgentes de esos países. Un thriller político realizado con ingenio y oficio, protagonizado por el personaje principal de abril rojo, y en el que Roncagliolo construye una inquietante obra por la que desfilan el fútbol, el secuestro de niños y el salvajismo de la dictadura argentina.



Título: Tantos mundiales, tantas historias
Autor: Alfredo Relaño
Editorial: Corner

Ningún acontecimiento deportivo puede superar al Campeonato del Mundo del Fútbol. Nada parece importante a su lado. Una derrota puede hundir en la depresión a un país entero y una victoria sacar a la calle a millones de aficionados con una felicidad insuperable, como hemos visto cuando España ganó la Copa de Sudáfrica 2010. Alfredo Relaño conoce como nadie los relatos más asombrosos que marcan la trayectoria de este torneo que puede congregar en el mismo momento a medio mundo ante el televisor. En las vísperas de Brasil 2014, el autor nos regala con su habilidad y maestría las mejores historias que han generado todas las citas mundialistas. Curiosidades, reflexiones, claves, hazañas, goles inolvidables, jugadores míticos y partidos memorables (con un repaso de todas las finales disputadas) recorren las páginas de este extraordinario libro.



Título: Historia de los mundiales de futbol
Autor: Brian Glanville
Editorial: T&B Editores

Una crónica exhaustiva del acontecimiento deportivo más importante del planeta, una experiencia cultural genuinamente única. Además de apasionantes narraciones de partidos individuales, se incluyen anécdotas, curiosidades, secretos y perfiles de los grandes entrenadores y jugadores que han dejado su huella en la escena internacional gracias a su éxito en el Mundial. Profusamente ilustrado con fotografías a todo color.


Ahí están, pues, las recomendaciones para estos días de Mundial. Les envío un caluroso saludo y nos leemos en la próxima columna. 

17 de junio de 2014

¿México se agiganta?

Por Jonathan Muñoz Ovalle

Sin lugar a dudas, hoy México se la partió. Independientemente de la mala racha en eliminatorias, de todas las críticas y los desencantos, debemos reconocer que el Tri dio un partidazo. Obvio, no es para desbordar un optimismo exagerado y sentirnos campeones del mundo, pero sí para analizar que México puede cuando lo decide (y aquí digo México no solo como selección de futbol sino como nación). La interrogante es ¿por qué no siempre se quiere?, ¿qué nos frena? ¿Será que debemos sentirnos sumamente presionados para actuar? En lo personal, creo que sí. No olvidemos que nuestro país, o mejor dicho, nosotros como país, hemos tenido actuaciones destacadas en momentos críticos en los que nos unimos sin respingar para ayudar al paisano. Ejemplos destacables serían el terremoto del 85, los huracanes Gilberto, Paulina y Wilma, las inundaciones de los últimos años, entre otros sucesos. No obstante, ¿por qué en la vida cotidiana, cuando no pasa nada, cuando parece que no somos vulnerables ni mortales, entre mexicanos (no todos, claro está) es más fácil mentarnos la madre que ayudarnos? Basta con mencionar que diariamente en diferentes calles del país se da una feria de gritos y claxonazos de carro a carro o de acelerones irracionales para que otro auto o, incluso, un peatón no pueda cruzar. Y qué decir de las envidias cuando alguien triunfa y de los obstáculos que se planean para hacerlo caer. Sí, parece que entre mexicanos es más fácil mentarnos la madre que ayudarnos. Solo cuando gana el Tri o algún atleta en Juegos Olímpicos la envidia no corroe; mejor aún, la unión y la fuerza se agigantan y de un día a otro todos somos hermanos. Es raro, somos raros, pero aún así me gusta ser mexicano.

En fin, no es mi intención entrar en un análisis social, sino resaltar los resultados que podemos obtener los mexicanos; en especial, los que mostró hoy la selección de futbol.

Para terminar, quiero decir que estoy seguro, pese a que muchos dicen lo contrario, que México jugará los octavos de final. Y también quiero reconocer el gran papel que hizo Memo Ochoa, a pesar de que se criticó (me incluyo) que lo alinearan a él y no a Jesús Corona.

Por hoy estoy tranquilo y satisfecho. ¡Qué viva México, carajo! 

15 de mayo de 2014

Encuentro con mi libro favorito

Por Jonathan Muñoz Ovalle

No es la primera vez que me sucede. Fui a la librería en busca de un título pero no lo tenían. Entonces, una de las chicas que atiende me sugirió pedirlo. «Llegaría de dos a seis días hábiles», me informó. Sin embargo, pensé que en otra librería podría encontrar el susodicho libro sin esperar de dos a seis días. Mientras pensaba qué decisión tomar, caminé pensativo por los estantes cuando un libro resaltó a mi vista. Me detuve. Sentí que decía «sácame y mírame, no te irás sin mí». Fui obediente. Al leer la sinopsis me sentí sumamente atraído por la historia; cuando leí las primeras páginas el gancho fue definitivo, preciso, hermoso. El libro indicado y el lector indicado festejaban su encuentro. Incluso, pasó por mi mente la arrogante y absurda idea de que ese libro fue escrito solo para mi. La señorita se acercó y me preguntó: «Entonces, ¿quiere encargar el libro?» «No, muchas gracias. Me llevo este». Salí con un sentimiento triunfal y con mi nuevo hallazgo bajo el brazo, como custodiando un tesoro que se vuelve blanco de las intenciones malignas.

En cuanto subí al auto, pensé a qué cafetería acudir para cerrar con broche de oro mi tarde. Una vez que llegué, pedí un capuchino frío y abrí el libro deprisa, casi con torpeza, como un niño que se pelea con la envoltura de su regalo. Me entregué fascinado a ese boleto que me daba un viaje inolvidable, el cual me hacía soñar con cada palabra, con cada línea, y al cual yo mantenía vivo con mi lectura. Era un intercambio justo, amable, más que fraternal. «Tú me haces soñar con tú historia, yo te mantengo vivo al leerte, a cada respiración de tus párrafos, a cada palpitación de tus páginas.

Pasó el tiempo. Ni siquiera recuerdo en qué momento me llevaron el café a la mesa, lo único que recuerdo es que, según dicen, los libros lo escogen a uno y no a la inversa. ¿Será? 

8 de mayo de 2014

De los cuentos y otras divinidades

Por Jonathan Muñoz Ovalle

Nombres como Juan Rulfo, Juan José Arreola, Augusto Monterroso, Edmundo Valadés, Rosario Castellanos, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, entre otros, forman parte de una lista que se considera inmortal y excelsa. Bendito sea el momento en que cada una de esas plumas latinoamericanas plasmaron sus letras.

Cómo olvidar El llano en llamas [Rulfo], El Guardagujas [Arreola], La mosca que soñaba que era un águila [Monterroso], La muerte tiene permiso [Valadés], Ciudad Real [Castellanos], Casa tomada [Cortázar], La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada [García Márquez], Chac Mool [Fuentes], El Aleph [Borges], entre otros cuentos magistrales.

Todos ellos, hijos pródigos de Cervantes, admiradores de Don Quijote, conciudadanos de La Mancha, de una u otra forma ya hicieron lo suyo, nos labraron y regalaron un camino con huellas de tinta indeleble. Ahora es el turno —y la oportunidad— de nuevos talentos.

Tengo la noción y la esperanza de que el cuento, en todas sus modalidades, tomará fuerza, resurgiendo como no se ha visto hasta hoy. Digo "la esperanza" porque nunca se debe perder, México y Latinoamérica necesitan más lectores, y el cuento es una opción formidable. Pero también digo "la noción" porque día a día los cibernautas —tal vez sin darse cuenta— leen más que nunca. Y si le sumamos que la narrativa breve, sobre todo la hiperbreve, se presentan con más frecuencia en las redes sociales, estamos hablando de una ventana que se abre para atraer nuevos lectores.

Minificción, microcuento, minitexto, ficción súbita, son solo algunos nombres que se le dan a este brevísimo género literario. Y no solo en los nombres hay una variedad que se podría traducir en discrepancia, también la hay en cuanto a su naturaleza, pues algunos dicen que no es un género, sino un subgénero del cuento. La verdad me parece que importan poco estos datos, en comparación con la cantidad de lectores que atrae y que está por atraer este estilo literario. Sin embargo, no es nueva la minificción (como le llamaré para evitar un caos entre tanto nombre), sus raíces datan desde hace siglos. Una minificción de mis predilectas es "El dedo", escrito en el siglo XVI por Feng Meng-Lung:

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

Pero la brevedad no queda ahí, el maestro Tito Monterroso (Guatemala) es autor del que se considera el cuento más corto en castellano: El dinosaurio.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Esta creación literaria es polémica. Algunos la consideran magistral, otros, una mafufada (me consta porque lo he oído) y otros tantos opinan que no le entienden. Otra minificción igual de breve, escrita por Luis Felipe Lomelí (México), es El emigrante:

¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!

Independientemente de cómo se le llame o se le denomine (género o subgénero), esta modalidad toma fuerza y no parece detenerse. Yo festejo el que se abra una nueva ventana para leer y escribir minificciones, gracias a internet. En los blogs, en Facebook y, en especial, en Twitter, se practica la minificción, donde se debe narrar algo en 140 caracteres o menos.

Estoy seguro que de la web nacerá una etapa de narradores y lectores tan fructífera, sincera y trascendental como lo fue hace muchos años, cuando era más común leer que ver televisión. Así que la gran ventana está abierta, ¿quién se quiere asomar y leer, o mejor aún, quién se quiere lanzar y escribir? 

24 de abril de 2014

La muerte: gran agente de publicidad

Por Jonathan Muñoz Ovalle

Lamentablemente para unos, afortunadamente para otros, la muerte es un excelente agente de publicidad: lanza a la fama, duplica o triplica las ventas, provoca ser el tema de moda y el chisme de la morbosidad colectiva. Creo que en estos días sucederá algo así con los títulos de Gabriel García Márquez, pues aunque ya era una celebridad de las letras y un escritor consagrado, no tengo la menor duda de que sus libros se venderán más de lo normal en las próximas semanas, aunque algunos —es lo más seguro— no terminarán de leer el libro y otros ni siquiera lo empezarán, dejando la obra del Nobel colombiano como un adorno, como un recuerdo o, incluso, como un tesoro que eternizará en los libreros al creador de Macondo. Y no está mal, si hay ejemplares de La Biblia y de Don Quijote de la Mancha que se yerguen entre el polvo y el recuerdo en innumerables lugares, ¿por qué no podría suceder lo mismo con cualquier libro de "El gabo"; en especial, Cien años de soledad? Reitero, no está mal, es respetable lo que cada quien haga con algo que ha comprado, lo lamentable (a mi juicio) es que haya hecho la compra por inercia publicitaria y no por convicción.

Yo espero que quienes hayan adquirido un título del también autor de El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una muerte anunciada, Memoria de mis putas tristes, entre otros, lo lean, lo disfruten (y lo terminen), sin importar, a final de cuentas, si la compra la hicieron por furor de mercadotecnia o por deseo verdadero. Recordemos, como tantas veces se ha dicho, que lo mejor que se puede hacer por un autor, vivo o muerto, es leerlo. Así que amigos lectores, llegó la hora de habitar Macondo para siempre.